Desde la ‘Iliada’ y la antigua Grecia, dar sepultura digna a los muertos es una norma sagrada.
En realidad, la Ley de Memoria Democrática no es muy diferente de este ruego del anciano Príamo al vengativo Aquiles. Además de otras disposiciones, en el corazón de la norma se encuentra la posibilidad de satisfacer algo tan elemental, tan antiguo, como que personas ya mayores puedan recuperar los restos de sus familiares, asesinados durante la represión, independientemente del bando, y darles el entierro que merecen. Ya en los albores de nuestra cultura, hace 25 siglos, en el texto fundacional de la literatura occidental, se describía la importancia que tenía para la dignidad humana dar una sepultura correcta. La pena que la dictadura aplicaba a sus víctimas era la tortura y la muerte, pero extendía el castigo a sus familias, negándoles incluso el derecho a enterrar a sus seres queridos.
Exhumación en la fosa 114 del cementerio de Paterna (Valencia), la conocida como 'fosa de la cultura'.MÒNICA TORRES
Una de las primeras medidas del acuerdo entre PP y Vox en la Comunidad Valenciana, que quieren aplicar en toda España si ganan el 23 de julio, es derogar las leyes que “atacan la reconciliación en los asuntos históricos” y “la libertad de memoria y el absoluto y pleno respeto a los derechos y libertades de todos”, esto es, convertir en papel mojado la Ley de Memoria Democrática, una de las obsesiones de los partidos de la derecha desde que la primera Ley de Memoria Histórica fuese promulgada por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
No se trata de casos abstractos: atañe al sufrimiento de
familias concretas que llevan décadas esperando poder cerrar un pasado
terrible. Un cómic publicado recientemente, María la
jabalina (Astiberri), relata una de aquellas historias de dolor
interminable, precisamente en Valencia. Sus autores son Cristina Durán y Miguel
Ángel Giner Bou, ganadores del Premio Nacional de Cómic por El día 3 (Astiberri,
2018), un tebeo sobre el accidente del metro de Valencia. “Fue la primera mujer
herida en la Guerra Civil y la última mujer en ser fusilada en la Comunidad
Valenciana por el franquismo”, explicaron los autores
en un reportaje sobre su trabajo en Babelia.
María Pérez la Cruz La jabalina fue una joven
guerrillera anarquista de Sagunto, procesada después de la Guerra Civil por
crímenes que no había cometido. Hasta el abogado defensor que le asignó el
régimen, que normalmente actuaba siempre a favor de la fiscalía, trató de
evitar la ejecución porque los cargos eran un completo disparate. Fue rapada,
torturada, le robaron a su hija nada más nacer y fue finalmente fusilada a los
25 años en 1942 en Paterna,
una localidad valenciana donde fueron ejecutadas 2.238 personas entre 1939 y
1956. La lectura del tebeo provoca una profunda sensación de rabia, impotencia
y tristeza ante la injusticia despiadada.
Para enfrentarse al trauma y a la culpa de la Segunda Guerra
Mundial, los alemanes acuñaron la palabra Vergangenheitsbewältigung, que
quiere decir “hacer las paces con el pasado”. Homero ya dejó claro que esto
solo se puede conseguir enterrando dignamente a los muertos. “Respeta a los
dioses, Aquiles, y ten compasión de mí por la memoria de tu padre”. Impedirlo
es ir contra una de las normas más antiguas y justas de nuestro mundo.